viernes, 17 de agosto de 2012

soy lesbiana... y ahora?

se que soy lesbiana desde que tengo uso de razon, estoy convencida de que si pudiera elegir lo seguiria siendo, pero no es una eleccion, no es como ser re river o boca, engendra un deseo en mi de gritarle al mundo que existo, que vivo que soy lesbiana, que soy simplemente que soy...
lamentablemente no es facil, pueblo chico infierno grande dicen... nada mas real, estoy harta de las miradas, de las viejas que te preguntan a proposito... tenes novio?
no oculto lo que soy detras de una apariencia, pero tampoco lo grito,y ansio con toda el alma gritarlo, me ahoga este sin sentido de mirarme y no ver, no estar, soy solo una parte de mi , mi esencia no esta completa, me falto yo, me falta la lucha, me falta el valor... y me ahoga el silencio....
soy lesbiana...y ahora? la vida no es mejor por eso, no es mas facil, no soy mas feliz, no soy mas yo... me defraudan los dias, los minutos quee pasan al no ser... yo me defraudo, me lastimo.... pero es eso o lastimar a otro, a tu sangre, herir su orgullo, como explicar que no soy la princesa de su cuento, no sueño con la casa grande , la cerca blanca y el marido perfecto........

Mis dos casamientos: primero con Juan, con Olga después Por Patricia Kolesnicov PERIODISTA DE CLARÍN Y ESCRITORA

11/08/12
En octubre 1989 me puse un vestidito blanco, cosido por una modista, y me fui a casar. Aunque mi novio y yo éramos ateos convencidos, insistí en hacerlo bajo la jupá, según el ritual judío. Gorritos, cantos, rabino, copa rota, Mazl tov (buena suerte), todo. Para mí casarse era eso, esos eran los gestos necesarios. El registro civil, un trámite sólo relevante si, como ocurrió, llegaba el día de divorciarse.
En marzo de 2011 me puse un vestido negro de diseño y me fui a casar. Aunque mi novia y yo habíamos sostenido durante años que la libreta –es decir, el Estado– era irrelevante en nuestra vida real , insistí en que firmáramos los papeles y nos sacáramos la foto llovidas de arroz. No era una cuestión práctica: algo de la reafirmación de nuestro amor y de la lucha que ese amor había implicado se desquitaba en el Registro Civil. Pedí que fuera en el central, el imponente edificio de la calle Uruguay. Quería los fastos de una ceremonia.
Así fue que me casé con un varón y, casi 22 años después, con una mujer. No esperen un cuento de descubrimiento sexual : yo no era virgen cuando conocí a mi novio y no he hecho ningún juramento homosexual hoy, sólo que en los 80 no me entraba en la cabeza una pareja mujer para mí. Soy clara: en la cama sí; en el living, en la cocina, no.
Así que en el principio fue Juan Pablo, que me llegó directo desde el cielo . No podíamos ser más parecidos. No podíamos coincidir más, divertirnos más. La familia (la mía) lo miraba un poco incrédula: mi mamá me había enseñado que para seducir a un hombre había que tomar una azucarera, preguntar: “¿qué hay acá?” y aplaudir la sabiduría masculina . Esa escuela me había hecho secretar desprecio: si había que engañar a un hombre para que te quisiera, ¿cuánto tiempo se podía sostener esa farsa? Y si el hombre era tan tarado como para creerse el engaño, ¿por qué lo querría yo?
Este desprecio y la famita de mi carácter habían hecho difícil pensar en vestido y libreta. Pero ahí estaba Juan Pablo, al que no hubo que tirarle ninguna azucarera por la cabeza: yo le enseñé a manejar , él preparaba tartas y dejaba lista la mesa antes de irse porque venían mis amigas. O lo miraba instalar enchufes y él comía mis hamburguesas caseras. O nos encontrábamos con la bolsa del almacén: cada uno había hecho las compras y eran prácticamente iguales. O se olvidaba el registro en unas vacaciones y yo manejaba sola por la montaña, por el camino de cornisa que va de Salta a Jujuy, y él se ocupaba del mate y de los casettes y de los mimos cuando por fin se terminó la puta huella y a mí no me sostenían las piernas. En la reunión previa con el rabino, Juan Pablo dijo que en realidad éramos “un dúo cómico musical”. Eramos un dúo cómico-musical.
No hay familias normales. Así que tampoco este casamiento había sido fácil: yo quería el templo y la familia de Juan Pablo integraba ese entrañable segmento de la tradición judía que no pasa por el templo, la de l os judíos comunistas , más comunistas que judíos. Y para casarte como judío, hace falta serlo. El rabino desconfió: ni un abuelo en un cementerio judío, ni un tío que hubiera hecho el bar mitzvá. Nada de nada. Ni qué hablar del cortecito. Eso no te lo puedo preguntar, dijo –¡preguntó!– el rabino. Y Juan Pablo, que iba decidido a mentir que sí, dijo que no. “Me casa o no me casa, pero si me casa, me casa a mí ”. Después de algunas vueltas fue que sí, y a comprar vestido.
No abolimos el patriarcado. Adentro nos peleamos por chiquiteces como cualquiera. Y afuera recibí el trato con que el mundo pone en su lugar a las mujeres. Todos los días, sopita de municiones de pavadas . A mí me vendían detergente, alimento para chicos y yogurt para aligerar el tránsito (amenaza: panzona él no te quiere) y a él, autos, cerveza, tarjetas de crédito para que ahorrara algo de la plata “suya” que yo “le” iba a gastar. Los roles con sangre entran y una los naturaliza o aprende a sonreír y fingir demencia, o se pelea con el mundo.
Hice todo: me levanté de la mesa y eché al amigo (de él) que hizo tres chistes misóginos al hilo; corté cebolla y lechuga con las mujeres de los amigos (de él) pensando cuál de los tramontina sería mejor para suicidarme mientras los muchachos tomaban vino y hablaban de política al lado de la parrilla; privé de su merecido botellazo a la pelotuda del Laverap que se burló de él porque llevaba una bolsas de ropa en la que también había ropa de mujer; contesté sin que nadie me preguntara cuando le hablaban (a él, obvio) en el banco, en la inmobiliaria, su ruta.
No abolimos el patriarcado y aunque estoy segura de que estas cosas ayudaron –una vez que algo así te crispa, difícil vivir crispada–no nos separamos por eso.
Un año después empecé a estar con Olga. Fui un domingo a su casa en Pompeya y me quedé a dormir y volví la noche siguiente y fui a buscar una muda de ropa a casa y me quedé con ella.
No podíamos ser más distintas. Yo escuchaba la radio en continuado, Olga no había prendido semejante aparato desde la radionovela de la infancia ; yo me metía entre sus manos si ella lavaba los platos, para enjuagar una cuchara, por ejemplo; Olga decía que la corría como un frasco (decía “distintas concepciones del desplazamiento de los cuerpos en el espacio”); Olga venía de una familia correntina; yo de judíos que nunca fueron gauchos; Olga había vivido la dictadura ; yo festejé el Mundial 78 con mi papá, en 7º grado. Ella decía que después de esa clandestinidad no se avenía a otra. A mí me costaba que me besara en el supermercado.
Y, más que nada: yo tenía un juramento de adolescencia eterna y ella, oh, tenía dos hijos.
Cuando yo todavía usaba pantalones nevados y acababa de aprender a emborracharme, me sentaba a la mesa del domingo con una chica de 14 y un chico de 17 que simulaban sobriedad .
Sin ninguna experiencia previa, estaba del otro lado de varios mostradores. Había que resignar el cine o las amigas y meterse el sábado a la noche en un sótano intoxicado porque tocaba Ropi con su banda, había que dejar la milanesa con las papas fritas brillando cuando Valentina llamaba porque un perro le había masticado una pantorrilla, había que estar para la cena, no vivir del delivery, pensar la vida cotidiana.
La vida lésbica me arrojó a la familia .
Y me dejé besar en el supermercado.
Tardé dos años en contarles a mis padres que estaba con Olga. Lo dejaba ver, hablaba de ella, estaba siempre en su casa, todo, pero decir con palabras que no habría familia Ingalls moishe, no me salía y nadie me la iba a hacer fácil . Somos el proyecto de nuestros padres y ellos no van a permitir que lo arruinemos. Hacer la vida, la única vida de uno, con una persona del mismo sexo parece algo que les hacemos a ellos.
Me rateé de la norma heterosexual, que se impone desde la primera batita, con la sensación de que me iba a topar a la preceptora en cada esquina.
Hasta que tuve cáncer . Olga y yo llevábamos cinco años juntas cuando apareció el alien para poner las cosas en su sitio: la muerte con la muerte, la vida con el amor. Ya lo dije antes: el cáncer me hizo mortal y cuando uno va a morir no tiene miedo de cosas como los rumores. Por esa época desatornillamos las puertas del closet.
No abolimos la homofobia : en el peor momento, cuando estaba internada, la doctora desconoció el vínculo que le habíamos explicado –“ella es mi pareja, hacé de cuenta que es mi marido”– y reportó a mis padres. Les dijo que me estaba muriendo.
Hay que poner mucho la cara si se aspira a una cuota modesta de normalidad clasemediera desde una pareja homosexual. Hay que empezar las vacaciones insistiendo en que le den una cama doble en el hotel . Hay que jugar con la verdulera boliviana que un día pregunta: “Son hermanas?” y al otro “¿Amigas?”, “¿Primas?” Frío, frío...
Yo puse la cara ante el titular de la Obra Social. Una tarde presenté los papeles para anotar a toda la familia. En el rectangulito de “Cónyuge” puse “Olga”. Dejé la solicitud, me tomé el 118, viajé 10 minutos a casa y desde afuera oí el teléfono: el capo me quería hablar . Así que tomé el 118, pasé a Dirección. El capo –año 2001– entendía la situación y le iba a dar curso hacia la Superintendencia de Seguro de Salud. Apoyaba, pero no garantizaba éxito. Tres meses después nos aceptaron.
La Obra Social tenía convenio con una prepaga a la que se entraba automáticamente. Pero no recibía nuestra inscripción. No la denegaba, no la aceptaba; la ignoraba. Nos mataban con la indiferencia. Un año de indiferencia que sólo quebró la prosa contundente de un abogado. “Esto lo hacemos entre nosotros , sin que lo sepa tu empresa”, dijeron en la mediación, proponiéndome ocultar la negociación en mi trabajo, lo que me obligaba a pagar una cuota más alta. Por suerte, a esa altura no había nada que ocultar.
Un día Valentina dijo en una entrevista que yo era su mamá. Yo estaba en el Tigre, no había visto los diarios. Había salido al muelle para ver si el arroyo estaba alto como para cargar agua cuando sonó el teléfono y era Libe, amiga desde que salimos del cascarón. Me leyó el párrafo y le corté. Subí la escalera a la casa, volví al muelle, di una vuelta por el cuarto. Valentina elegía un nombre para ese vínculo y no necesitaba adjetivarlo. No ponía “putativa”, que suena simpático pero marca distancia, ni el meloso “del corazón”, ni nada. “Mamá” quería decir, entonces decía “mamá” borrando el camino que me había llevado hasta ahí. Mucho después le dijimos a una mujer que éramos madre e hija y nos miró incrédula: no cerraban ni la edad ni la estatura ni la tez. “Salí de la otra”, desafió mi hija.
Rodrigo lo dijo en un cumpleaños suyo. Ya vivía solo, la casa estaba llena, en la cocina los amigos preparaban fernet. Saliendo con un vaso al patio me encontré con una señora: la madre de su novia. “Fulana, la madre de Menganita”, presentó él. Y señalándonos: “Mi mamá, Olga. Y Pato, que también es mi mamá ”. Yo tragué todo el fernet y él pasó de largo, a sacar las empanadas del horno. Desde entonces, lo dijo muchas veces. Algunas –es músico– desde el escenario. Como una declaración. Porque si algo sabemos a esta altura es que lo familiar es político.
No abolimos el patriarcado. Todo lo que lleva milenios más o menos reglado en una pareja heterosexual –quién paga las cuentas, quién hace la sopa, quién define cuándo lavar los platos– se dirime a facón en una pareja homosexual. El resultado dio una mezcla en la que yo me ocupo de las cuentas, los tarugos y los enchufes, de la comida cuando hay invitados y del coche y ella, de que no falten naranjas, de que tengamos efectivo, de la selva que avanza sobre nuestro patio , de levantar cosas pesadas y de que, cada tanto, pintemos la casa. El supermercado, juntas o cualquiera de las dos.
A los 16 años de vivir juntas nos casamos, porque yo quería. Al civil vinieron las familias, los amigos, los vecinos Poroto y Vázquez, los vecinos del Tigre, compañeros de las redacciones, relaciones de trabajo y hasta contactos de Facebook. Mi amiga Paula mandó mariachis a casa , terminamos bailando y haciendo trencito en el patio. En la fiesta grande, ese sábado, los chicos –nuestros hijos– dirigieron la ceremonia. Mi suegra, mi cuñado y mis padres sostenían el manto que, en la tradición judía, se pone como techo bajo el que se hace el casamiento. El amparo.
Tocó la banda de Rodrigo; Valentina hizo la torta de bodas.
“Es un matrimonio igualitario”, me dice una conocida. “Es un matrimonio”, dirá un día.

domingo, 3 de junio de 2012

en africa violan a las lesbianas para "curarlas"

Kasha Jacqueline, mujer, ugandesa, lesbiana, valiente por naturaleza -sólo hay que aguantarle la mirada un par de minutos para darse cuenta- y que está luchando por frenar la aprobación de una ley en su país que endurece hasta el esperpento las penas contra los homosexuales. "La homofobia está incrustada en los africanos, nacemos con ella"
En Uganda estos días se debate una ley antihomosexual que endurecería las medidas contra un delito ya castigado; cualquiera, por ejemplo, podría ser detenido sólo por ser sospechoso de conductas homosexuales; obligaría a los médicos a denunciar a los pacientes gays, o castigaría a quien alquile una casa a un homosexual. Kasha Jacqueline, mujer, ugandesa, lesbiana, valiente por naturaleza -sólo hay que aguantarle la mirada un par de minutos para darse cuenta- lucha por frenar su aprobación, y advierte del error al que induce el nombre de la misma, porque no traerá sufrimiento sólo para la población gay sino para muchos ugandeses.
Pese a todo, es capaz de verle algo positivo a este proyecto de ley: ha suscitado un debate, ahora la gente habla del tema en los restaurantes, en las paradas de autobús, en cualquier sitio.  Ese espíritu optimista debe ser el que le permite mantener una lucha pública en un país donde los hombres violan a las lesbianas para “curarlas de su enfermedad”.  Y esa lucha es que le ha traído estos días hasta la isla de Tenerife, para participar en la I Conferencia sobre derechos humanos de la población LGBT en África.
- Ser mujer, negra y lesbiana, ¿son tres garantías para una vida complicada?
- Bueno, África es predominantemente negra, así que no hay problema con ser negra. Pero ser mujer y lesbiana es un doble estigma, porque de las mujeres se espera que sean sumisas, que se casen y cuiden a los hombres, alimenten a sus hijos y todo eso, y cuando te plantas y dices que no te vas a casar con un hombre porque eres lesbiana, pasas a ser considerada incluso menos que una mujer, que ya es inferior a un hombre. E incluso las mujeres que están oprimidas por la sociedad por ser mujeres, nos oprimen a nosotras simplemente por ser lebianas, olvidando que estamos unidas por el hecho de ser mujeres. Yo soy mujer antes que lesbiana.
La homofobia está incrustada en los africanos, nacemos con ella
- ¿Es el mismo rechazo entonces por parte de toda la sociedad o hay diferencias en el trato que os proporcionan hombres y mujeres?
- Toda la sociedad siente rechazo; creen que las lesbianas quieren ser hombres, que se consideran a sí mismas hombres; y estos, de alguna manera nos ven como competidoras, y responden con las violaciones curativas. Dicen que la única forma de mostrarnos que somos mujeres es violarnos y enseñarnos eso, que somos mujeres, no importa lo que hagamos; creen que nos curan de ser lesbianas. Es algo que se da en la mayoría de los países subsaharianos; en Sudáfrica las lesbianas son libres por constitución así que se exponen fácilmente, y ahora los hombres se aprovechan de eso. Porque de lo que no están protegidas es de la sociedad, y los criminales pasan unos meses en la cárcel y después les dejan que vuelvan a cometer el mismo crimen, porque claro, el poder es de los hombres, y lo que ven en ellos es que se han comportado como tal.
- ¿Qué cree entonces que debe cambiar primero, la ley o la sociedad?
Para mí van de la mano. Cambiar mentalidades es muy difícil, la ley también, pero las mentes más. Porque la homofobia está incrustada en los africanos, nacemos con ella, desde que naces te enseñan que la Biblia dice que es algo abominable; así la interpretan los líderes de estas religiones que trajeron de fuera, como que la homosexualidad es algo malo. Así que crecemos con ello. Y cuando plantas una semilla, y ves que el árbol crece torcido, si no lo corriges al principio, así es como será de grande, estará torcido, y entonces no habrá quien lo enderece. Así que cambiar actitudes es algo que nos va a llevar mucho, mucho tiempo. Y las leyes, aunque también es duro, al menos hay procedimientos para cambiarlas. Y es cierto que cambiar las leyes no frenará los abusos, las violaciones, los ataques, pero es bueno tener algo que te proteja, puedes usarla en tu favor de alguno manera.
- Entiendo que esa es su prioridad, entonces....
Tengo miedo, sí, pero debo protegerme. Eres mejor activista vivo que muerto
- Sí, si la gente sabe que hay una ley que protege a esta persona y que si le haces algo puedes ser detenido, se lo pensarán dos veces.
- Pero el debate en Uganda, actualmente, es todo lo contrario, crear una ley antihomosexual, ¿cree que puede salir adelante?
- Puede pasar cualquier cosa; un día me levanto de buen humor y creo que no se va a aprobar, y otros, leo algo y pienso ' ay Dios, va a pasar'
- ¿Y de qué forma esta ley cambiaría la vida de los homosexuales en Uganda?
- La cuestión es que no sólo cambiaría la de los homosexuales, sino la de muchos ugandeses; porque esta ley habla de encarcelar gente en 24 horas, si me vieran ahora hablando contigo, por ser lesbiana podrían decir que estoy ligando contigo; es importante que los ugandeses no se dejen engañar por el nombre de esta ley. Muchos la apoyan porque sólo escuchan que esta gente son violadores, esta gente trae el contagio del VIH, pero no les dicen que después, si no denuncian a un homosexual también van a sufrir; que si les descubren alquilando la casa a un homosexual, van a sufrir; no les dicen que cualquiera puede acusarte si le pareces sospechoso. Y esta ley no contempla la presunción de inocencia. Tampoco saben que pueden descubrirse a sí mismos más adelante, cuando la ley esté aprobada. Porque hay gente que descubre su orientación de joven, otros cuando son adultos y otros nunca. Si lo hacen después de que está aprobada ¿qué?. No les dicen que las organizaciones que trabajamos con población homosexual tendremos que desaparecer, muchos trabajadores se verán afectados.
Hace unos días, el 17 de febrero, pastores contrarios a la homosexualidad mostraron pornografía gay en la iglesia, dentro de la iglesia, delante de los niños. Les enseñaron cómo tienen sexo los homosexuales. Y ni siquiera el ministro de Ética, el principal promotor de la ley, lo condenó. Nadie lo ha hecho. Pero quieren condenarme a mi, por el hecho de, como una adulta, tener relaciones con otro adulto. Y ellos son los moralistas, los hombres que hablan la palabra de Dios y debemos seguir.
- ¿Y de dónde saca la fuerza para mantenerse en esta lucha, en ese escenario que nos describe?
Ojalá algún día los niños no crezcan con odio, aunque no llegue a verlo
- Creo que es el deseo de ser como el resto; no me voy a ir a dormir y esperar que otra gente venga a liberarme. Alguien vendrá y se unirá si me ve luchando. En mí es algo automático, el único modo del que siento que la gente puede unirse a nuestra lucha es mostrar que nosotros también estamos trabajando duro, no puedes esperar que alguien luche por los derechos de los gays si no hay ningún gay en esa lucha.
- ¿Y cómo maneja el miedo?
- Sí, asusta; y limita mucho. Yo solía comprar en mercados muy baratos donde encontraba cosas preciosas; ahora no puedo ir ahí, porque el debate está muy candente y la gente trata de herirte, de atacarte. Y tengo que comprarme unos pantalones carísimos en lugar de tres más bonitos y más baratos. Pero no hay nada que pueda hacer, creo que debo de protegerme. Porque opino que eres mejor activista vivo que muerto; creo que puedes hacer mucho más estando vivo, así que creo que realmente debo protegerme.
- ¿Y qué hay de la comunidad gay masculina? ¿Trabajan con vosotras o como hombres, se consideran también por encima vuestra por ser mujeres?
- Sí trabajamos codo con codo; pero incluso si son gays, y esto no es sólo en Uganda, es en todo el mundo, el sistema patriarcal es universal. Y aunque seamos gays y lesianas y aunque todos suframos las mismas violaciones, los hombres siguen teniendo esa cosa de `soy un hombre, aunque sea gay´, así que siento que aunque trabajemos juntos, el movimiento de mujeres lesbianas todavía tiene mucho más que hacer, por eso me gusta colaborar con los movimientos feministas, para echar abajo este sistema patriarcal. Porque no importa que seamos gays, lesbianas o lo que sea, al final tenemos este sistema patriarcal en la sociedad. Es bueno también que los movimientos gays, o los hombres heterosexuales colaboren, porque los necesitamos para romper este sistema. Pero sí, en Uganda somos uno mismo, al final somos parte de una minoría. Hombres o mujeres.
- Usted siempre ha vivido su sexualidad abiertamente. Se suele pensar que las lesbianas siempre han encontrado más fácil formar familias, vivir juntas y que una tenga niños sin dar explicaciones...
.
- Eso es lo que pasa en Uganda, sí. Hay mujeres que viven juntas, a lo mejor alguna estaba casada antes y crían juntas a los hijos, y sí, nadie habla de ello. Pero eso no puede durar siempre, porque al final, has compartido 20 años con tu pareja y cuando una muere te quitan todas las pertenencias comunes. Y eso es lo que queremos cambiar. Me acuerdo de una amiga que me preguntó `Kasha, puedes hacer lo que quieras, ¿por qué has dejado que todo el mundo te conozca, porqué te matas por esto?´. Le dije que quería ser libre, y me dijo que podía hacer lo que quisiese si todo el país no supiese que soy lesbiana. Y le dije que quería poder besar a mi pareja en la calle, poder ir a un picnic y que nadie nos mire, que los niños en un futuro no crezcan con ese odio, que nadie sea expulsado de su casa como lo hemos sido los de mi generación; aunque no viva para ver esa libertad, le dije: `Deja que use la capacidad que pueda tener, mientras esté viva, para cambiar la situación, y aunque yo no llegue a ver esa libertad, aunque llegue dentro de 45 años, estaré orgullosa de haber participado. Porque tengo la energía para hacerlo, porque amo mi libertad. Así que déjame hacerlo´.
- ¿Y entiende a quienes no lo hacen?
Sí, si. Entiendo que hay gente que no tiene esta valentía. Antes, en los primeros años de activismo, no los entendía, te mentiría si te digo que sí. Pero según he ido creciendo como activista he entendido por qué la gente vive dentro del armario, porque el estigma no es una broma, el dolor y el sufrimiento es grande, y no todo el mundo puede soportarlo. Y los respeto, pero eso sí, les pido que no nos condenen. Porque hay quienes dicen que los problemas son nuestra culpa; por nuestro activismo, por atacar al gobierno. Que si estuviésemos callados, mientras permenezca todo en secreto, no pasaría nada. Yo respeto que se queden en su lugar, pero no que nos condenen, y si me dicen que nadie me ha mandado hablar en su nombre, les respondo: ' tú, como persona, puede que no, pero alguien ahí, perdido en cualquier pueblo, está feliz de que lo hagamos porque se han dado cuenta, al vernos en televisión, de que no están solos en el mundo, que sus hermanos y hermanas están ahí; así que si tú no quieres, está bien, pero deja que sentemos los pilares para que las generaciones futuras disfruten de su libertad. Y sí, estoy feliz de ser parte de una lucha que sólo intenta convertir este mundo en un lugar mejor´.

se promulgo la ley de identidad de genero

Con la firma del decreto de promulgación, la Ley de Identidad se publicó en el Boletín Oficial con el número 26.743

La norma establece que toda persona puede ser identificada en el DNI con el género que desee, sin necesidad de operarse. Además, para quienes quieran reasignarse, las obras sociales y prepagas deberán cubrir las intervenciones de cambio de sexo. De acuerdo al Código Civil comenzaría a ser efectiva el 4 de junio.

El Gobierno promulgó hoy, mediante un decreto, la Ley 26.743 de Identidad de Género. La norma establece que toda persona “tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género tal como la siente”, corresponda o no con “el sexo asignado al nacer”.
La ley fue promulgada a través del decreto 773/12, que llevó las firmas de la presidenta Cristina Fernández, del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y del ministro del Interior, Florencio Randazzo.
El 9 de mayo, el Senado convirtió en ley la iniciativa que ya contaba con la aprobación de Diputados. Lo hizo con 55 votos a favor y la sola abstención, de la justicialista chubutense Graciela Di Perna.
La ley 26.743 establece que toda persona tiene derecho “al reconocimiento de su identidad de género; al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género; y a ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada”.
Con su entrada en vigor, ahora toda persona “podrá solicitar la rectificación registral del sexo, y el cambio de nombre de pila e imagen, cuando no coincidan con su identidad de género autopercibida”.

Desde el movimiento LGBT

Respecto de la promulgación, Esteban Paulón, presidente de la FALGBT, expresó que “es un día histórico y de enorme alegría ya que tras la aprobación de la ley de Identidad de Género por amplia mayoría en el Senado de la Nación, hoy comienza a caminar para ser una realidad muy pronto. Creemos fundamental comenzar a implementar cuanto antes la Ley de Identidad de Género para atender todos los casos que se presenten desde el primer día de vigencia de la Ley, que estimamos en el 4 de junio”.
Asimismo Marcela Romero, Secretaria General de la FALGBT y Presidenta de ATTTA agregó ”Esperamos que en todo el país desde la entrada en vigencia de la Ley de Identidad, se atiendan todos los pedidos de modificación registral, y que de igual modo se garantice el acceso a la salud integral en los términos establecidos por la Ley. Con la promulgación estamos un paso más cerca de la inclusión y de dejar atrás años de negación de derechos y discriminación”.

Avances para su implementación

Con el objetivo de garantizar la entrada en vigencia de la ley desde el primer día establecido por el Código Civil la FALGBT y ATTTA ha celebrado encuentros con funcionarios provinciales de Buenos Aires y Santa Fe. De la primera participaron el Subsecretario de la Jefatura de Gabinete provincial, Juan Pablo Álvarez Echagüe, la Directora de Delegaciones del Registro Civil, Betina Duré, junto a otras y otros funcionarios provinciales. Luego la FALGBT y ATTTA se reunieron con el Dr. Matías Drivet, Director de Registro Civil de la provincia de Santa Fe, en cuya entrevista solicitaron también una urgente implementación de la ley en la provincia desde el primer día de vigencia.

Sexo Lésbico, ¿más seguro?


Tener riesgo de contagio no significa que no haya que tomar precauciones y estar al tanto de los síntomas de una infección.

Tener menor riesgo de contagio no significa que no haya que tomar precauciones y estar al tanto de los síntomas de una infección. Aparte de infectar a tu , las infecciones genitales tienen repercusiones para las que no reciben tratamiento a tiempo". Muchas lesbianas y mujeres bisexuales que tienen relaciones sexuales con otras mujeres, asumen erróneamente que no están en riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS). El creciente número de lesbianas VIH-positivo, en los últimos años (y muy por el contrario de lo que quieren hacer creer los servicios de salud) prueba que esta es un potencialmente peligroso.
Es importante recordar que el riesgo de las enfermedades de transmisión sexual debe definirse por comportamiento, no por o sexuales. Aunque en las relaciones sexuales entre mujeres el riesgo de contagio del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual es menos común, existe siempre el riesgo de contraer dichas infecciónes si participan de comportamientos sexuales sin protección. Las lesbianas, como todas las mujeres, están en riesgo de contraer el papiloma humano, el herpes genital, las ladillas, la gonorrea, VIH y otras infecciones. La vaginitis bacterial (fiebre de heno) es la más común entre lesbianas y usualmente se contagia de un de ida y vuelta en la pareja.
Tener menor riesgo de contagio no significa que no haya que tomar precauciones y estar al tantode los síntomas de una infección. Aparte de infectar a tu pareja, las infecciones genitales tienen repercusiones para las mujeres que no reciben tratamiento a tiempo: cáncer cervical, daño de órganos reproductivos, complicaciones del embarazo, transmisión de infecciones serias o letales al feto o recién nacido. Lamentablemente, las enfermedades de transmisión sexual en las mujeres tienden a pasar desapercibidas y tienen síntomas similares de secreciones vaginales anormales e irritación. Debido a esto, es muy importante someterse por lo menos una vez al año a un chequeo ginecológico completo o acudir al médico cuando se presentan secreciones vaginales anormales, dolores u olores vaginales desagaradables.
Las infecciones vaginales y las ETS se contagian mediante cualquier de contacto de secreciones vaginales: * Contacto vulva - vulva.
* Tocarse los genitales después de tocar los genitales de la pareja .
* Compartir juguetes sexuales con la pareja sin limpiarlos primero.
* Dormir desnudas muy de cerca (las secreciones vaginales pueden pasar de cadera a cadera).
* Contacto con una toalla, ropa interior, ropo de baño, sábana, etc, usada recientemente por una mujer con una infección.
* Se puede transmitir fiebre de heno (candida) a la garganta de la pareja mediante sexo oral-genital. Aprendiendo a cuidarte Las siguientes recomendaciones pueden ayudar a reducir el riesgo de infección para lesbianas y mujeres bisexuales en el futuro, aun si sus riesgos generalmente sean pocos. La manera más importante de reducir riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual es mantener los fluidos de tu pareja fuera de tu cuerpo. Los fluidos corporales con los que las lesbianas deben tener más cuidado son la sangre (incluyendo la sangre menstrual), fluidos vaginales y el sexo oral sin protección y compartir juguetes sexuales son métodos potenciales de transmisión de las ETS. Métodos de protección, como protectores dentales o preservativos de látex cortados pueden ser utilizados para reducir el riesgo de infección. Es importante lavar y desinfectar los juguetes sexuales o cubrirlos antes de cada uso. No introduzcas en tu vagina o cerca de la zona vaginal nada que haya estado dentro de la vagina de otra mujer: Ésa es la forma más fácil de propagar infecciones vaginales y las ETS. Nunca introduzcas en tu vagina algo que ha estado dentro del ano de otra persona. Las bacterias que viven en el recto pueden causar infecciones en la vagina y uretra. Todo lo que vaya a ser introducido en la vagina deberá estar limpio y debidamente lubricado. Limpia el objeto (vibrador o consolador) con agua caliente y jabón o desinfectante diluido antes y después de ser usado por cada miembro de la pareja. Utilizar guantes, preservativos o cobertores de dedos de látex para la penetración manual pueden proteger contra la transmisión a través de heridas en los dedos.
Cada vez que tienes sexo sin protección te expones a todas las parejas sexuales que esa persona haya tenido, incluyendo todos los gérmenes -desde infecciones urinarias hasta el virus VIH / SIDA. Las parejas estables son seguras sólo cuando han pasado por un examen para detectar las ETS y el VIH. Hasta entonces, es bueno reducir riesgos y practicar el sexo seguro

El DESEO COMO FILOSOFÍA



Entrevista con la filósofa estadounidense Judith Butler, durante su estadía en Berlín,  por invitación de la Academia Americana. La entrevista fue realizada por Regina Michalik.

R.M.: -Judith, Ud. se denomina feminista - ¿Cómo identifica su trabajo? ¿Considera que hacer filosofía es parte del movimiento feminista? ¿Es simplemente su trabajo? ¿O es algo político?

J.B.: -A veces es simplemente un trabajo filosófico, a veces es un trabajo político. Supongo que no es sólo político. Desde muy temprana edad he estado enseñando sobre feminismo, escribiendo acerca de temas feministas. Mi disertación fue sobre 'el deseo' que es una cuestión política, pero también filosófica. Siempre me he interesado por la tradición de la libertad sexual en el feminismo. Me han preocupado mucho las propuestas muy normativas o muy represivas del feminismo. Estoy en contra de las normativas y a favor de la libertad sexual. Siempre he odiado ese dicho que afirma que el feminismo es la teoría y el lesbianismo debe ser la práctica. Les quita sexualidad a las lesbianas. Yo me hice lesbiana a los catorce años y no sabía nada de política. Me hice lesbiana porque quise alguien muy profundamente. Y luego me hice política a partir de ello, pero como resultado. Odio ese dicho, porque creo que las mujeres bisexuales y heterosexuales dentro del movimiento feminista deben ser respetadas, conjuntamente con sus deseos

R.M.:-Ud. es protagonista del movimiento "queer"* y lo ve como radicalmente democrático y sexualmente progresista


J.B.:-Sí, pero no siempre es democrático, puede caer en los mismos patrones que otros movimientos. Cuando surgió realmente suspendía la cuestión de identidad. Algunas personas dicen que es un juego moderno, jugando a los sexos y ese tipo de cosas. No creo que eso sea verdad. Creo que políticamente es la bancarrota de las políticas de identidad y que demuestra que debemos pensar como coalición para que las cosas se hagan. Que no importa con quién dormimos. El movimiento queer era anti institucional con una crítica a la normalización: uno no tiene que volverse normal para convertirse en alguien legítimo.
Para mí "queer" es un expresión que desea que uno no tenga que presentar una tarjeta de identidad antes de ingresar a una reunión. Los heterosexuales pueden unirse al movimiento queer. Los bisexuales pueden unirse al movimiento queer. Ser queer no es ser lesbiana. Ser queer no es ser gay. Es un argumento en contra de la especificidad lesbiana. Que si soy lesbiana tengo que desear de cierta forma, o si soy gay tengo que desear de cierta forma. Queer es un argumento en contra de cierta normativa, de lo que una adecuada identidad lesbiana o gay constituye.


R.M.:-El movimiento feminista de los Estados Unidos había sido un ejemplo para nosotras durante largo tiempo. Fue militante, fue fuerte. Actualmente, este tipo de movimiento colectivo parece no existir. Ahora más bien son los individuos que pelean. Individuos que trabajaban juntos de tiempo en tiempo.

J.B.:-Depende de lo que se está buscando para encontrar el movimiento. Yo diría que el movimiento para obtener derechos reproductivos ha sido fortalecido, de cierta forma, por la elección conservadora. Existen dos organizaciones nacionales muy fuertes que tratan de garantizar los derechos reproductivos y son muy efectivas. Creo que la organización nacional para la mujer es muy efectiva, así como otras. El problema es que existen enormes diferencias culturales entre feministas. Tienen que ver con la sexualidad y con la raza. Siempre tenemos el problema de cómo ubicar al movimiento anti pornográfico dentro del feminismo y el movimiento contra el acoso sexual. La ley de acoso sexual es muy importante, sin embargo creo que sería un error que la ley sobre acoso sexual fuese la única forma que los medios de comunicación conozcan al feminismo. Así ellos pueden creer que es un movimiento de pureza sexual y no uno de libertad sexual. Los medios más populares describen al feminismo como un movimiento de pureza sexual.

El otro problema es que siempre se ha visto como un movimiento de la burguesía blanca. Si se busca a las dirigentes, es casi seguro que esto sea cierto pero no es completamente la verdad. Creo que hay dos razones que sostienen esa creencia : una tiene que ver con el anti feminismo en las comunidades minoritarias y el temor de que el feminismo las aleje de las preocupaciones y prioridades definidas por (las) esas minorías. La segunda es que el feminismo no ha establecido coaliciones efectivas con grupos antiraciales.

El liberalismo en los Estados Unidos se basa mucho en la identidad. Perteneces a un movimiento de mujeres o a la asociación nacional para la promoción de las personas de color. Siempre se afirma: esta es mi identidad y es donde pertenezco. Así que si una es una mujer de color, tiene que elegir. O, tienes que ir a más y más reuniones hasta agotarse. El problema es que el liberalismo americano hace que todos tengan que elegir una identidad demasiado deprisa y una identidad muy estrecha. Por ejemplo, en el activismo del SIDA con relación a toda la crisis en África para obtener medicinas a precios razonables, no hay una organización gay fuerte que se esté preocupando por este tema. Las organizaciones importantes ahora están luchando por obtener el derecho a casarse.

R.M.:-¿Esto no será un problema de los Estados Unidos en su totalidad, muy enfocado en sí mismo, mirando sólo a los Estados Unidos, o simplemente a su propio estado dentro de los Estados Unidos?

J.B:-Tiene razón. A veces mira a otros países, por ejemplo con el asunto de los derechos humanos. Pero luego tiende a imponer su propio programa cultural a otros países. Y, como americana activista de los derechos humanos tengo que ser muy cuidadosa y aprender cómo hacerlo. Cuando algo como una ideología de internacionalismo ocurre, casi siempre es una ideología de americanismo. Casi siempre es la noción de que los Estados Unidos sabe lo que son los derechos humanos, -a pesar de su propia cultura racista- y realmente, exportan esta noción. Creo que tiene que ver con la trasmisión cultural: como nos posicionamos frente a los demás, lo que significa aprender otro idioma, no sólo otro idioma, otro leguaje político, como la gente organiza, como funcionan políticamente, como establecen sus reivindicaciones.

R.M.:-No sólo en un mismo país hay grandes diferencias. Tampoco existe un movimiento feminista americano, como no hay un movimiento feminista alemán. Tuvimos la experiencia con la forma de pensar de las feministas occidentales que creyeron que podían decirles a las mujeres de Alemania Oriental lo que tenían que hacer y lo que es ser feminista. La interrogante es: ¿cómo trabajamos en conjunto con tantos movimientos feministas diferentes? ¿Cuál podría ser el punto en común?

J.B.:-Existen algunas diferencias que probablemente no puedan superarse. Pero el punto es que las feministas deben trabajar en coaliciones. Existe una tradición de este tipo de trabajo en el movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos, con coaliciones entre grupos de iglesias y grupos radicales totalmente anti religiosos. Se lograron superar las diferencias para combatir el racismo porque entendieron cual era su meta común. Esta idea de coaliciones no es común en los movimientos de la mujer. No es sólo la culpa de las mujeres, sino de los gobiernos, de la forma que uno adquiere legitimidad, la forma en que se adquiere reconocimiento. El gobierno favorece cabildeos con grupos de interés promoviendo acuerdos y esto trabaja en contra de las coaliciones. Creo que esto no es así en la mayoría de los países europeos. Hay que formar coaliciones para obtener los votos que se necesitan.

Otra gran diferencia entre Europa y América se refiere al liberalismo. En Europa, especialmente las feministas italianas de Milán, dicen que algunos derechos son específicos. La diferencia sexual es parte crucial de la naturaleza humana y por lo tanto hay que dar a las mujeres cierta cantidad de posiciones. Las mujeres han sido históricamente privadas de estas posiciones y ahora la obligación del gobierno es que puedan lograr la igualdad.

En los Estados Unidos la lucha por los derechos es liberal en otro sentido. No es liberal en el sentido que el liberalismo significa libertad. Es liberal en el sentido que no es radical. No se interesa en una transformación social radical. Se interesa en obtener el acceso a derechos existentes. Y en asegurarse de que los derechos existentes sean distribuidos en forma equitativa. En los Estados Unidos como la política se basa en los derechos, generalmente es muy, muy normativa. Este es el problema con el caso de los matrimonios gay. La lucha por matrimonios gay ha hecho invisible casi toda otra consideración sobre el tipo de arreglos sexuales que los seres humanos quieren tener las diferentes relaciones de parentesco que pueden haber. Deberíamos pensar en forma más radical acerca de la transformación social de las instituciones.

R.M.:¿Qué hay de la biotecnología como forma de transformación social? Las feministas están en contra de la biotecnología y la posibilidad de producir niños tecnológicamente. Pero, ¿no debería haber una lucha feminista a favor de la biotecnología y la posibilidad de tener niños solas y de esta forma no reproducir la manera de pensar binaria de masculino y femenino, el viejo sistema heterosexual?

J.B.:-No. No para mí. Estoy en contra de lo que llamamos ingeniería social de todo tipo. No debemos estar seleccionando los tipos de seres humanos que deben hacerse. Y no creo que debemos luchar por la biotecnología para poder superar la heterosexualidad. El punto es que sólo los heterosexuales utilizan la tecnología de la reproducción todo el tiempo. Cuando una pareja heterosexual quiere tener niños generalmente obtienen acceso de una forma u otra a la tecnología de la reproducción. Pero me pregunto ¿se le da a las parejas gays o a las mujeres solas el mismo acceso a ese tipo de tecnología? Para mí es una cuestión de políticas de acceso.

Tal vez es cómo se cría al niño lo que hace a la diferencia de género, o los papeles que tienen las madres y los padres. Lo que encuentro realmente triste es que frecuentemente se le prohibe a gays o a mujeres lesbianas o solas el adoptar a un niño, cualquier niño refugiado, debido a las políticas internacionales de adopción. Las organizaciones internacionales de adopción no consideran a una pareja de lesbianas o de gays. Y no consideran a una mujer sola, o sólo a veces. Incluso dos mujeres que son pareja tendrían que mentir asumiendo que sólo una de ellas estaría adoptando al niño, lo cual generaría muchos problemas, legales y psicológicos. Hay cantidad de niños que necesitan un hogar y hay muchas parejas gay y lesbianas que quieren adoptar niños, es terrible que no existan medios institucionales por los cuales se pueda lograr esto. Supongo que muchas veces las mujeres lesbianas recurren a la reproducción asistida, porque se les prohibe adoptar un niño por ley. O, no pueden encontrar una agencia que las represente. También algunas mujeres quieren tener su propio niño biológico por alguna razón. Debo decir que nunca lo pude entender. Pero obviamente debe respetarse. Existen alianzas con hombres gay. El hombre gay ofrece su semen y puede convertirse en parte del parentesco más amplio, ella no necesita tener relaciones sexuales con él para tener el semen. Este nuevo sistema de parentescos es muy interesante. Por eso no me interesa la ingeniería social, me interesa el acceso igualitario a las tecnologías reproductivas y me interesan las nuevas formas de parentesco.

R.M.:-¿Cómo es la situación legal en los Estados Unidos?

J.B.:-Varía de Estado a Estado. Cuando una es madre lesbiana en Virginia y tiene problemas con la ley, el juez puede quitarle a su niño por considerarla una madre 'inadecuada'. Allí no se puede adoptar si se sabe que es lesbiana. Yo vivo en el Norte de California. Vivo en el paraíso. Pero aún así, yo fui rechazada por la agencia de servicios sociales que me correspondía porque no tenían una categoría para mí cuando adopté a mi hijo. Me respondieron: parece una buena madre, pero no tenemos una categoría para que las lesbianas puedan adoptar, por lo tanto no la podemos aceptar. Y el juez tuvo que revertir esta decisión, así que en mi caso tuve suerte. Pero podría haber estado en otra parte de California donde el juez hubiera dicho que no.

R.M.:-El feminismo cambió mucho: hay menos mujeres en la calle, menos acciones concretas, menos manifestaciones, menos militancia en el sentido antiguo. ¿Cree que necesitamos pensar más, tener más filosofía? ¿El movimiento feminista, debería invertir más tiempo en la filosofía?

J.B.:-Nunca pensé que mi trabajo sería leído por mucha gente. Soy densa, soy abstracta, soy esotérica. ¿Por qué sería popular? Pero políticamente es importante que la gente se pregunte '¿Qué es posible?' Y que crean en la posibilidad. Porque sin el movimiento de la posibilidad, no hay movimiento hacia adelante. La idea de que la gente pueda vivir su género de forma diferente, o que pueda vivir su sexualidad de forma diferente, que pueda haber lugar para una vida políticamente informada, feliz, placentera, sustentable, vivible, fuera del escondite. La filosofía hace pensar a la gente en posibles papeles, les proporciona una oportunidad de pensar el mundo como si fuera de otra forma. Y la gente lo necesita. Durante mi trabajo en el movimiento de derechos humanos, vi que los activistas se quemaron muy rápidamente, se agotaban totalmente y luego siempre querían volver a la escuela, querían leer. Las lecturas los llevaron de vuelta a lo que creían. Les proporcionó imágenes y visiones de futuro. Creo que un movimiento tiene que tener vida, tiene que tener una vida intelectual, de lo contrario sólo repetirá algunos de sus términos. Debe tratar de revisar sus propias creencias a la luz de las nuevas circunstancias políticas.

R.M.:-¿Cree Ud. que el impacto político de la filosofía es subestimada?

J.B.:-Marx era un filósofo, y Engels y Emma Goldman y Rosa Luxemburgo.

R.M.:-Tiene razón, pero hablando de Rosa Luxemburgo, no fue su filosofía, sino sus acciones concretas en las calles las que tuvieron impacto en la política.

J.B.:-Sí, es verdad. Pero fueron acciones realizadas por principios. ¿De dónde surgen nuestros principios? Existe un deseo por la filosofía, un deseo muy popular.

R.M.:-Y Ud. como filósofa es muy popular también.

J.B.:-Sí, lo sé. Pero no siempre en un sentido positivo. A veces me utilizan como una especie de ejemplo de la monstruosidad. Tiene que ver con puntos de vista homofóbicos o explícitamente anti semitas o misóginos. Tal vez le preocupa a la gente que sea tan claramente lesbiana, y no una lesbiana femenina. Mi tesis sobre la construcción social parece asustar a la gente, la idea de que el sexo es culturalmente construido. Parecen tener miedo de que estoy evacuando cualquier noción de lo real, que hago creer a la gente que sus cuerpos no son reales o que las diferencias sexuales no son reales. Creen que soy demasiado carismática y que estoy seduciendo a los jóvenes. Pero también que marco una generación entre las feministas mayores y una generación más joven de pensamientos "queer" y temen que pueda haber una brecha. Soy anti puritana, no soy la típica profesora. Me recibí de profesora a una edad muy temprana, a los 34 años. Y, además, existe una especie de anti americanismo en la gente, aunque creo que podría ser un error de catalogarme como un ejemplo del imperialismo americano o del imperialismo cultural americano.
La parte judía es muy importante también.


R.M.:-¿Es importante para Ud. personalmente?

J.B.:-Ha tenido influencia en mi marco ético y político y aún lo tiene. No soy religiosa, pero practico algo. Y quiero que mi hijo lo aprenda como una tradición cultural más que como una práctica religiosa.

Soy una buena chica judía del Medio Oeste, con bastante buena educación. Mi familia era de Hungría y de Rusia y mantuvieron vínculos con Europa. Muchos de mis familiares vivieron allí en la década del treinta y se murieron durante la Guerra. Mi abuela siempre fue muy clara y quiso que yo volviera a estudiar a Europa, así que vine a estudiar a Heidelberg en 1979. Mi madre y su generación estaban preocupadas por mi viaje a Alemania y pensaron que podría ser difícil siendo judía. Pero mi abuela me dijo: "Sí, anda a Alemania. Los judíos siempre fueron a estudiar a Praga, a Berlín, sí, anda

BEATRIZ PRECIADO BASURA Y GÉNERO. MEAR/CAGAR. MASCULINO/FEMENINO




Más acá de las fronteras nacionales, miles de fronteras de género, difusas y


tentaculares, segmentan cada metro cuadrado del espacio que nos rodea. Allí


donde la arquitectura parece simplemente ponerse al servicio de las necesidades


naturales más básicas (dormir, comer, cagar, mear..) sus puertas y ventanas,


sus muros y aberturas, regulando el acceso y la mirada, operan silenciosamente


como la más discreta y efectiva de las "tecnologías de género."(1)


Así, por ejemplo, los retretes públicos, instituciones burguesas generalizadas


en las ciudades europeas a partir del siglo XIX, pensados primero como


espacios de gestión de la basura corporal en los espacios urbanos (2) , van a


convertirse progresivamente en cabinas de vigilancia del género. No es casual


que la nueva disciplina fecal impuesta por la naciente burguesía a finales del


siglo XIX sea contemporánea del establecimiento de nuevos códigos


conyugales y domésticos que exigen la redefinición espacial de los géneros y


que serán cómplices de la normalización de la heterosexualidad y la


patologización de la homosexualidad. En el siglo XX, los retretes se vuelven


auténticas células públicas de inspección en las que se evalúa la adecuación


de cada cuerpo con los códigos vigentes de la masculinidad y la feminidad.


En la puerta de cada retrete, como único signo, una interpelación de


género: masculino o femenino, damas o caballeros, sombrero o pamela,


bigote o florecilla, como si hubiera que entrar al baño a rehacerse el género


más que ha deshacerse de la orina y de la mierda. No se nos pregunta si vamos


a cagar o a mear, si tenemos o no diarrea, nadie se interesa ni por el color ni


por la talla de la mierda. Lo único que importa es el GÉNERO.


Tomemos, por ejemplo, los baños del aeropuerto George Pompidou de Paris,


sumidero de desechos orgánicos internacionales en medio de un circuito de


flujos de globalización del capital. Entremos en los baños de señoras. Una ley no


escrita autoriza a las visitantes casuales del retrete a inspeccionar el género de


cada nuevo cuerpo que decide cruzar el umbral. Una pequeña multitud de


mujeres femeninas, que a menudo comparten uno o varios espejos y


lavamanos, actúan como inspectoras anónimas del género femenino controlando


el acceso de los nuevos visitantes a varios compartimentos privados en cada


uno de los cuales se esconde, entre decoro e inmundicia, un inodoro. Aquí, el


control público de la feminidad heterosexual se ejerce primero mediante la


mirada, y sólo en caso de duda mediante la palabra. Cualquier ambigüedad de


género (pelo excesivamente corto, falta maquillaje, una pelusilla que sombrea


en forma de bigote, paso demasiado afirmativo…) exigirá un interrogatorio del


usuario potencial que se verá obligado a justificar la coherencia de su elección


de retrete: "Eh, usted. Se ha equivocado de baño, los de caballeros están a la


derecha." Un cúmulo de signos del género del otro baño exigirá


irremediablemente el abandono del espacio mono-género so pena de sanción


verbal o física. En último término, siempre es posible alertar a la autoridad


pública (a menudo una representación masculina del gobierno estatal) para


desalojar el cuerpo tránsfugo (poco importa que se trate de un hombre o de


una mujer masculina).


Si, superando este examen del género, logramos acceder a una de las cabinas,


nos encontraremos entonces en una habitación de 1x1,50 m2 que intenta


reproducir en miniatura la privacidad de un váter doméstico. La feminidad se


produce precisamente por la sustracción de toda función fisiológica de la


mirada pública. Sin embargo, la cabina proporciona una privacidad únicamente


visual. Es así como la domesticidad extiende sus tentáculos y penetra el espacio


público. Como hace notar Judith Halberstam "el baño es una representación, o


una parodia, del orden doméstico fuera de la casa, en el mundo exterior" (3).


Cada cuerpo encerrado en una cápsula evacuatoria de paredes opacas que lo


protegen de mostrar su cuerpo en desnudez, de exponer a la vista pública la


forma y el color de sus deyecciones, comparte sin embargo el sonido de los


chorros de lluvia dorada y el olor de las mierdas que se deslizan en los


sanitarios contiguos. Libre. Ocupado. Una vez cerrada la puerta, un inodoro


blanco de entre 40 y 50 centímetros de alto, como si se tratara de un taburete de


cerámica perforado que conecta nuestro cuerpo defecante a una invisible


cloaca universal (en la que se mezclan los desechos de señoras y caballeros),


nos invita a sentarnos tanto para cagar como para mear. El váter femenino


reúne así dos funciones diferenciadas tanto por su consistencia (sólido/líquido),


como por su punto anatómico de evacuación (conducto urinario/ano), bajo una


misma postura y un mismo gesto: femenino=sentado. Al salir de la cabina


reservada a la excreción, el espejo, reverberación del ojo público, invita al


retoque de la imagen femenina bajo la mirada reguladora de otras mujeres.


Crucemos el pasillo y vayamos ahora al baño de caballeros. Clavados a la


pared, a una altura de entre 80 y 90 centímetros del suelo, uno o varios urinarios


se agrupan en un espacio, a menudo destinado igualmente a los lavabos,


accesible a la mirada pública. Dentro de este espacio, una pieza cerrada,


separada categóricamente de la mirada pública por una puerta con cerrojo, da


acceso a un inodoro semejante al que amuebla los baños de señoras. A partir


de principios del siglo XX, la única ley arquitectónica común a toda


construcción de baños de caballeros es esta separación de funciones: mear-de


pie-urinario/cagar-sentado-inodoro. Dicho de otro modo, la producción eficaz de


la masculinidad heterosexual depende de la separación imperativa de


genitalidad y analidad. Podríamos pensar que la arquitectura construye barreras


cuasi naturales respondiendo a una diferencia esencial de funciones entre


hombres y mujeres. En realidad, la arquitectura funciona como una verdadera


prótesis de género que produce y fija las diferencias entre tales funciones


biológicas. El urinario, como una protuberancia arquitectónica que crece desde


la pared y se ajusta al cuerpo, actúa como una prótesis de la masculinidad


facilitando la postura vertical para mear sin recibir salpicaduras. Mear de pie


públicamente es una de las performances constitutivas de la masculinidad


heterosexual moderna. De este modo, el discreto urinario no es tanto un


instrumento de higiene como una tecnología de género que participa a la


producción de la masculinidad en el espacio público. Por ello, los urinarios no


están enclaustrados en cabinas opacas, sino en espacios abiertos a la mirada


colectiva, puesto que mear-de-pie-entre-tíos es una actividad cultural que


genera vínculos de sociabilidad compartidos por todos aquellos, que al hacerlo


públicamente, son reconocidos como hombres.


Dos lógicas opuestas dominan los baños de señoras y caballeros. Mientras el


baño de señoras es la reproducción de un espacio doméstico en medio del


espacio público, los baños de caballeros son un pliegue del espacio público en


el que se intensifican las leyes de visibilidad y posición erecta que


tradicionalmente definían el espacio público como espacio de masculinidad.


Mientras el baño de señoras opera como un mini-panópticon en el que las


mujeres vigilan colectivamente su grado de feminidad heterosexual en el que


todo avance sexual resulta una agresión masculina, el baño de caballeros


aparece como un terreno propicio para la experimentación sexual. En nuestro


paisaje urbano, el baño de caballeros, resto cuasi-arqueológico de una época


de masculinismo mítico en el que el espacio público era privilegio de los


hombres, resulta ser, junto con los clubes automovilísticos, deportivos o de caza,


y ciertos burdeles, uno de los reductos públicos en el que los hombres pueden


librarse a juegos de complicidad sexual bajo la apariencia de rituales de


masculinidad.


Pero precisamente porque los baños son escenarios normativos de producción


de la masculinidad, pueden funcionar también como un teatro de ansiedad


heterosexual. En este contexto, la división espacial de funciones genitales y


anales protege contra una posible tentación homosexual, o más bien la condena


al ámbito de la privacidad. A diferencia del urinario, en los baños de caballeros,


el inodoro, símbolo de feminidad abjecta/sentada, preserva los momentos de


defecación de sólidos (momentos de apertura anal) de la mirada pública. Como


sugiere Lee Edelman (4), el ano masculino, orificio potencialmente abierto a la


penetración, debe abrirse solamente en espacios cerrados y protegidos de la


mirada de otros hombres, porque de otro modo podría suscitar una invitación


homosexual.


No vamos a los baños a evacuar sino a hacer nuestras necesidades de género.


No vamos a mear sino a reafirmar los códigos de la masculinidad y la feminidad


en el espacio público. Por eso, escapar al régimen de género de los baños


públicos es desafiar la segregación sexual que la moderna arquitectura urinaria


nos impone desde hace al menos dos siglos,: público/privado, visible/invisible,


decente/obsceno, hombre/mujer, pene/vagina, de-pie/sentado, ocupado/libre…


Una arquitectura que fabrica los géneros mientras, bajo pretexto de higiene


pública, dice ocuparse simplemente de la gestión de nuestras basuras


orgánicas. BASURA>GÉNERO. Infalible economía productiva que transforma la


basura en género. No nos engañemos: en la máquina capital-heterosexual no se


desperdicia nada. Al contrario, cada momento de expulsión de un desecho


orgánico sirve como ocasión para reproducir el género. Las inofensivas


máquinas que comen nuestra mierda son en realidad normativas prótesis de


género.